domingo, 31 de julio de 2011

Las cosas que me matan.


Hasta hace un tiempo me creía lo bastante autosuficiente como para mantener mi alma intacta y en pie sin la ayuda de nadie que la sostenga. En la vida hay pocas cosas que se mantienen en el tiempo, lo único que se conserva y siempre está somos nosotros mismos, de principio a fin. ¿Ustedes se preguntan por los amigos, la familia, el amor de nuestra vida? Si, ellos, algunos, pocos, muchos, ninguno; nos acompañan en largos trayectos del camino, pero no siempre van a estar. Ellos también tienen su sendero y a veces es distinto al nuestro o se bifurcan. 
Es duro pero lo aceptamos y continuamos el camino. Y si somos afortunados, podremos hacerlo de la mano de alguien más. Alguna vez escuché que las mejores amistades son muchas veces las que uno ve con menos frecuencia, y me dejó pensando, ¿Qué tan acertado es eso? ¿Se puede realmente considerar amigo a alguien con el cual no se vive el día a día? Hay muchas maneras de verlo, muchas de sentirlo y más aun son las que existen. Una por cada persona y una por cada amigo.
Mi alma ya no está intacta y me pide desesperada que busque ayuda, ahora entiendo lo que necesito. Mas bien lo que necesitaba. Aún sostengo que solo yo voy a estar siempre para mí. Pero la realidad, es que yo solo no soy nada.

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