jueves, 24 de octubre de 2013

¿Una? muchacha especial

No tenia caderas particularmente delgadas. Cuando la miraba a los ojos podía notar que rara vez apuntaban en la misma dirección. Tenía una frente amplia y su voz en ocasiones sonaba chistosa para quien la escuchara por primera vez. Se reía tontamente. No era capaz de mantener el mismo corte de pelo más de un mes. Y rara vez un peluquero era responsable de ese cambio. Cuando se resfriaba, su nariz, que de otra manera pasaría desapercibida, tomaba dimensiones desproporcionadas. No escuchaba la misma música que yo. Leía libros de los que no oí hablar jamás. Hablaba con gente rarísima y de otro países. Ya no la veo, se fue a vivir muy lejos.

Me gustaba como bailaba. Tenía ojos grandes y aniñados, tiernos, dulces... una mirada que te entraba por los ojos y se te clavaba en el pecho un minuto después.. Su voz era inconfundible, tranquilizante, y tenía una risa contagiosa e inocente que hacían imposible no querer escucharla reír todo el tiempo. Me encantaba hacerlo. De manera inexplicable, no había corte que le quedara mal. Todos la hacían parecer bella, misteriosa, inalcanzable. Escuchaba música genial. Me recomendó algunos discos. Leía libros increíbles, me dejó algunos que me abrieron la cabeza. Hablaba varios idiomas y por eso se fue muy lejos. Se casó.


Yo la amaba. A ella, la amaba. Pero dudé tanto entre las dos que se escapó para siempre.

Viejos recuerdos de una foto aislada

Mi abuelo tenia una perra que estaba siempre con la lengua afuera. También era chueca, porque mi tío le pisó una pata. Se llamaba Caty y se murió de vieja. La enterramos en el fondo de su casa.