sábado, 24 de noviembre de 2012

A los ciegos no le gustan los sordos.

Lejos o cerca, el desamor se siente igual. Así como el amor, tampoco entiende de edades, géneros, distancias ni de religiones.

Cuando su aburrimiento te juegue en contra, y sus tentaciones lleguen hasta la puerta de tu casa, no las ignores. Atendelas. Machacalas. Dales una lección. Que la diversión les salga cara. Porque si no, te saldrá muy cara a vos.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Pueblo chico.


Esta es la historia de un pibe que quería ser famoso. Vivía en un pueblito muy pequeño y creía que ahí nunca tendría las posibilidades de cumplir su sueño. Por eso un día se armó de valor y sacó un pasaje a la gran ciudad. 

La noche anterior a su partida un grupo de amigos le organizó una fiesta. Todo el pueblo asistió y entre tanta gente conocida le llamó la atención una muchacha que jamás había visto, algo raro en un pueblo tan pequeño. La sacó a bailar y entre zambas, chacareras y pericones sus miradas se encontraron, sus manos se entrelazaron con fuerza, rieron, bailaron, como si no hubiera nada ni nadie a su alrededor. 

Al final de la noche, exhaustos ya de tanto bailar, se sentaron a tomar vino y charlar. No hablaron de nada importante y por momentos se quedaron callados, pero sin dejar de mirarse. El muchacho cayó en la cuenta de que dentro de pocas horas abandonaría para siempre su pueblo y jamás se volverían a ver, pero no se animó a decirlo. Cuando se acercaba el amanecer, de manera repentina, ella lo despidió y se fue. 

Así, sin más...

Horas más tarde, y con el tiempo justo porque se había quedado dormido, se subió al micro que lo llevaría a cumplir su sueño. Pero toda la felicidad que lo invadía un día atrás, ahora estaba empañada por el vacío que sentía por haber dejado ir a esa muchacha. Lo que él no sabía, era que cinco asientos más atrás estaba sentada ella, lista para volver hacia la gran ciudad.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Carta de un hombre a una desconocida.

Buenos Aires, 10 de noviembre de 2012

A quien corresponda:

Te escribo porque no puedo dejar de pensar en vos. Hace exactamente 4 años y 3 meses que te busco por todos lados y no puedo ubicarte nunca. ¿Cuánto más podremos estar separados? Yo me duermo pensando en vos y me despierto lamentando no haberte soñado.
Yo se que estés donde estés, estás pensando en mi.

Hace unos meses creí encontrarte. Te reías alegremente de un chiste que te contó un compañero de la facultad, tirabas la cabeza para atrás y cerrabas los ojos mientras te agarrabas la panza de la risa. Esperé a que se te pase para buscar tu mirada, que se encuentren las nuestras, como la primera vez. Pero cuando pasó, me miró, siguió de largo y besó a su compañero.

No eras vos.

Me volvió a pasar muy poco después. Esta vez vos te acercaste a mi, me dijiste cosas muy lindas al oído  me invitaste a tomar algo, ¡me besaste! Pero estaba jugando conmigo, porque al otro día no me habló más.

No eras vos, era una chica que trataba sin éxito de olvidarse de un chico.

Y hace unos días nos cruzamos en el colectivo. Vos me preguntaste si el 59 te llevaba a Recoleta. Yo te dije que si y nos subimos juntos. Charlamos y vos te reías  Me contaste a donde ibas, me preguntaste que hacia y cuando te pedí tu número me dijo que hacia poco había terminado una relación y no quería conocer a nadie. Me dijo adiós y se bajó.

No eras vos.

Hace poco una amiga me dijo que debía olvidarte y vivir la vida, ser feliz con lo que tengo. Es difícil  pero me puse en campaña y lo logré. Y por eso me decidí a escribirte. Acabo de conocer a alguien, que no se te parece en nada. Y sinceramente me siento mejor que nunca. Ella me hace sentir que vamos conquistarlo todo.

Así que esta es la despedida.
Por siempre tuyo.

Él.