martes, 12 de julio de 2011

Mar del plata. San Luis. Barcelona.

Mis tres mejores amigos viven a no menos de 400 kilómetros de distancia. Mar del plata. San Luis. Barcelona. Desde hace ya casi 9 años que vivo separado de ellos y aun mantenemos nuestra amistad intacta.

Santiago, quien vive en Mar del Plata y con el que más seguido me veo, también es muy amigo de Julián, nuestro compañero ibérico. En varias ocasiones imaginamos un viaje hacia Europa para visitar a nuestro casi hermano.

Florencia es quien se aventuró en tierras puntanas. Cuando éramos chicos, compañeritos del primario, nos llevábamos muy mal, vivíamos peleándonos. Hoy en día es una de las personas que más aprecio. Y la que más extraño.

Este 20 de julio me encuentra triste. Alejado de mis amigos mas queridos, con el corazón puesto en Mar del Plata, San Luis y Barcelona.

Por último, les dejo algo de Julio Ramón Ribeyro que expresa de manera increíble lo que siento.


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Cada amigo es dueño de una gaveta escondida de nuestro ser, de la cual solo él tiene la llave e ido el amigo la gaveta se queda siempre cerrada. Alejarse de los amigos es así clausurar parte de nuestro ser. Yo habría sido diferente si hubiera continuado frecuentando a ciertos amigos de mi juventud. Pero las circunstancias nos separaron y continuamos viajando cada cual por su lado y por ello mismo mutilados. De allí que ha cierta edad sea difícil hacer nuevos amigos. Todas las facetas que ofrecía nuestra personalidad han sido ya copadas, ocupadas, selladas por las viejas alianzas. No hay superficie libre donde la nueva amistad pueda asirse. Salvo que el nuevo amigo se parezca extremadamente al anterior y se valga de esta semejanza para penetrar por refracción al recinto secreto de la primera amistad. Pero por más afecto que nazca siempre será el imitador, el falsario, el que no accederá jamás a la cámara preciada. Cámara irrisoria, seguramente, que no guarda a lo mejor más que un montículo de pedregullo, por que los ojos del amigo, del primero, convertían en lo que él quería ver: lo irremplazable.


Prosas apátridas. Julio Ramón Ribeyro.

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