viernes, 3 de agosto de 2012

Una afiebrada introducción.

Me están buscando. Quieren que me vaya a dormir con ellos. Los duendes de la noche salen de mi almohada y se sientan a los pies de la cama. Me miran pero nunca dicen nada. No hace falta. Yo se lo que quieren. Me gusta quedarme despierto y observarlos. Dan vueltas, se miran, me miran... Se van. Pero la verdad es que inevitablemente ellos ganan. -¿A dónde vamos?.- les pregunto siempre. Pero nunca me acuerdo la respuesta.

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